Hay veces que te cansas tanto de buscar respuestas a preguntas que has almacenado durante tanto tiempo, que estás dispuesto a beber cualquier veneno que te pongan enfrente. Nunca falta el imbécil que te afirma que estás mal a pesar de que no sabe dirigir ni su propia vida. Que te dice que sentir "mariposas en la panza" es lo más normal del mundo y que tarde o temprano te sucederá a ti. Y tú te conformas con ser capaz de respirar normalmente por las noches sin poder llorar por que no tienes razón, no tienes argumento, no tienes nada. Eres como un máquina, preparada para todo, soportando todo sin saber que los circuitos interiores van a explotar. Y cuando esa desesperación te invade te aferras a cualquier cosa que signifique una brizna de salvación.
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Fer me abrazó sin ninguna razón, yo aún no me acostumbraba al contacto tan cercano con otro ser humano. Era básicamente como yo, con rizos y todo, pero en cambio, él tenía una mirada dulce, que me hacía ver la sinceridad de sus palabras. Mi primer impulso habría sido empujarlo, apartarlo, y sin embargo algo me detuvo. Quizá esa sensación de sentirme protegida, que a la vez me hizo sentir débil, y cada una de las cuerdas que sujetaban mi muro se rompieron de un solo golpe, y supe que ya nada volvería a ser lo mismo. Jamás he sido cursi, pero mientras lo miraba, Sabina cantaba lo que yo quería decir: Puedo ponerme cursi y decir/ Que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños/Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo/ Tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño...
Mi única preocupación ahora, no es el sentir mariposas en el estómago, sino que esas mariposas resulten ser carnívoras, y devoren las pocas fuerzas que me quedan, que acaben con el ultimo respiro de aire saludable. Aunque por ahora, sólo me importa verlo, ver cómo es feliz cuando soy feliz y viceversa. Que las mariposas no me devoren por completo. Que las mariposas no sean las causantes de mi perdición, ni de mis noches insomnes. Por que sé, por las historias de un amigo, que son traicioneras, que entre más bellas ´más dolor causarán. Mientras que sus labios de papel de fumar consumen poco a poco mis fuerzas de resisitirme.
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Fer me abrazó sin ninguna razón, yo aún no me acostumbraba al contacto tan cercano con otro ser humano. Era básicamente como yo, con rizos y todo, pero en cambio, él tenía una mirada dulce, que me hacía ver la sinceridad de sus palabras. Mi primer impulso habría sido empujarlo, apartarlo, y sin embargo algo me detuvo. Quizá esa sensación de sentirme protegida, que a la vez me hizo sentir débil, y cada una de las cuerdas que sujetaban mi muro se rompieron de un solo golpe, y supe que ya nada volvería a ser lo mismo. Jamás he sido cursi, pero mientras lo miraba, Sabina cantaba lo que yo quería decir: Puedo ponerme cursi y decir/ Que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños/Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo/ Tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño...
Mi única preocupación ahora, no es el sentir mariposas en el estómago, sino que esas mariposas resulten ser carnívoras, y devoren las pocas fuerzas que me quedan, que acaben con el ultimo respiro de aire saludable. Aunque por ahora, sólo me importa verlo, ver cómo es feliz cuando soy feliz y viceversa. Que las mariposas no me devoren por completo. Que las mariposas no sean las causantes de mi perdición, ni de mis noches insomnes. Por que sé, por las historias de un amigo, que son traicioneras, que entre más bellas ´más dolor causarán. Mientras que sus labios de papel de fumar consumen poco a poco mis fuerzas de resisitirme.
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