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Mostrando las entradas de enero 13, 2012

Infancia desvalida

Hay un casette donde está grabado un momento de mi infancia, que yo no recuerdo pero que hoy, por alguna razón, mi padre insistió en poner. Es simple, no es ninguna graciosada infantil, ni mis primeras palabras, ni mis primeros pasos. En la imagen sólo se ve una niña con sonrisa triste, ojos marrones demasiado asustados por el extraño objeto que tiene enfrente, sonrosadas mejillas y cabello rizado. Nada en especial. Parece ser que estamos en una casa desconocida, posiblemente una de mis tantos parientes, donde mi difunto abuelo me cargaba. La única palabra que dije en todo el video fue "casa". Quiero ir a casa. Y la niña de la imagen señalaba con su puñito al oeste. Todos celebraron esta palabra, excepto la chiquilla, que miraba con ojos brillantes, esperando que la devolvieran a su lugar de origen. .......................................... .................. ............. .... ... Hay un punto exacto para cada cosa. El punto de ebullición de cualquier sustancia, ...

Un Quijote sin Dulcinea

El frío calaba hasta los huesos y de alguna manera mi enorme chamarra no me proporcionaba calor. El transporte estaba tranquilo, y solo el vientecillo te sacaba de la suave duermevela que disfrutabas durante el viaje. Era de esos días cobardes en los que me reprochaba las cosas que nunca hice, las cosas que nunca dije a pesar de que sabía que no tenía sentido seguir torturando a mi cerebro de esa manera, como un ganadero que explota a su yunta. Un montón de gente atiborró de repente la tranquilidad de mis pensamientos y la escena me recordó a las migraciones de gaviotas. Total, nosotros éramos como gaviotas, que regresaban al nido después de un día duro. Nunca presto atención a los detalles ni a los rostros sombríos de esta ciudad, pues hacen que me sienta poco más que una perdedora pero en esta ocasión unos conocidos ojos marrones gritaban mi nombre. El tipo se limitó a mirarme con rencor y no me dirigió ni una palabra, pasó a mi lado y observo lo que hací...