El caballero luchaba con aquel dragón fiero y sagaz, que lanzaba manotazos con sus enormes garras aceradas. El valiente caballero de ojos marrón esquivaba sus ataques con destreza, sin embargo, el escudo que lo protegía se debilitaba más y sus fuerzas ya decaían, sin parecer que el dragón fuera a rendirse. Era, sin duda, una bestia mítica, como sólo la esperas ver en tus peores pesadillas, con escamas duras como la piedra, ojos rojos, de los cuales brotaba el más puro odio y aquel aliento que dejaba a su paso el perfume de la muerte. El caballero de ojos marrón trataba de acertar con la espada en el corazón de la bestia, sin embargo, no lograba terminar la batalla. A lo lejos, su damisela le gritaba: "¡Basta ya¡ Morirás si sigues en pie de lucha. ¿qué será de mi si tú mueres? ¿quién va a cantarme entonces, a ayudarme en mi soledad, quién va a curar mis heridas? deja, pues, que yo cure las tuyas en esta batalla que has librado". Sin embargo, el caballero era sordo a los ruegos...
Por Adriana G. Cortés