Una de ésas noches, donde la primavera no se ve ni por asomo, donde la luna baña por entero tu cuerpo, tu ser, tu alma, y encuentras en esos ojos marrones lo que llamas felicidad. Una de ésas tantas noches donde te entrelazas a la espalda de alguien, aspirando ese aroma delicioso, y le besas, y le susurras al oído que le amas. Esas noches de diversión, de juegos, donde olvidados por el sueño se van contando chistes cada ves más burdos y cada vez más alejados del entendimiento promedio. Noches como aquella, donde una sola mirada te dice más, donde un "te extraño" cabe en un pestañeo, en una clave secreta donde sólo caben dos. Madrugadas donde se confunde el tarde y el temprano, noches insomnes, mientras el presente, el pasado y el futuro se unen para formar una desgracia. Lágrimas corren por tus mejillas al no saber que pasará, si habrá más noches y madrugadas. Y cuando por fin llega una más, una noche más, una deliciosa noche de risas y flores, te descubres a tí mismo, sonrie...
Por Adriana G. Cortés