"Creo que tienes unos ojos muy lindos" dijo en la primera cita. Era verdad. Los ojos más hermosos son los que destilan inocencia y promesas. Esa primera cita supo que él no era para nada común. El cabello lacio, largo de él le provocó un escalofrío en la espalda. Su misterio y misticismo hicieron que esa noche fuera el mismo centro de sus sueños, sin saber que llegaría a convertirse en el mismo centro de su alma, hasta fundirse con ella. A esa cita le siguieron algunas más, con más promesas y quizá algún acto indecente. Probablemente algo inevitable. Semanas después él desaparecería sin dejar rastro alguno, ni el celular, ni mensajes en la red social. Probablemente estará ocupado, pensó nuestra heroína, ya me llamará. Pasó un día. Después dos. Y siguieron otros más sin mucho ánimo, parecieran burlarrse de ella como payasos sin talento. Una mañana particularmente linda se tornaría sombría después que ella, con una sonrisa descubriera el mensaje en su computadora, mandado por...
Por Adriana G. Cortés