Cuando me miró de esa manera, que conocía a medias, me dí cuenta de que la estaba regando. Me enfrentaba de nueva cuenta a las decisiones que había tratado de tomar y que habían adquirido un rumbo distinto de mis ideales, pero con los que no me encontraba a disgusto totalmente. Y yo que pensaba sencillamente mandarlo todo a paseo. Cuando te das cuenta de que las cosas no funcionan como deberían por que es tu culpa, la mayor parte de las veces es demasiado tarde para remediar algo. Y no es que sea tarde para mí, al menos, no todavía, sin embargo, las palabras que te dicen a diario te resuenan en un momento equivocado, acabando poco a poco, como si de el tintero de un escritor frustrado se tratara, de las ganas de que todo se aclare de una vez. Es una bonita broma si lo ves positivo, das lo que recibes, es así de simple, pero este trueque no iba de acuerdo a lo establecido. No encuentro placer ni siquiera en escribir, ni hablar, aunque bien se sabe que nunca he sido muy co...
Por Adriana G. Cortés