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Mostrando las entradas de abril, 2012

Fácil de odiar

 "De plano contigo no se puede" me dijo de repente Janet. "No te tomas nada en serio". Eran en esos días de secundaria, de trabajo en equipo, y me reclamaba por que no había hecho absolutamente nada. Me advirtió que si no lo que, según ella "era seguro que nos ´sacábamos´ diez" estaría fuera del equipo. A mí me parecía una estupidez hablar nuevamente del embarazo adolescente, un tema más que trillado en la escuela, con el que te bombardeaban a diario. Todo el equipo quería hablar de algo diferente, pero ella, de alguna manera, lograba que la mayoría se pusiera a su favor. "No es que no me tome las cosas en serio, es sólo que no me importa tú calificación, me importa la mía. Y no quiero hablar de pendejas que se embarazan por calientes". Hablé con el profesor de español, que me permitió hacer el trabajo de forma individual. Y como siempre, dejé todo para el final, mientras mi equipo y ella se desgastaban por conseguir condones y exhibirlos en cl...

Predicando el amor

Recuerdo que en una fiesta, Armando me preguntó que si yo engañaría a mi amiga. Puedo ser de lo peor, una pésima hija o un hermana poco solidaria, pero hay códigos de honor que me gusta conservar intactos. “Nunca traicionaría a un amigo, ni siquiera por dinero o por...lo que sea”, dije mientras lo miraba con cara de no-te-me-acerques. “Uy, pues qué aburrida, no que muy canalla”, él frotó su pierna con la mía. Caray, no es lo mismo ser un desmadre que ser una completa ojete. No me inspira confianza. Incluso en una reunión se dejó besar por otro tipo, en la cocina de aquella casa, digna de cualquier nido de ratas, y cuando se dio cuenta que los había visto se sonrojó un poco para luego reírse como imbécil. En corto, minutos más tarde, trató de explicarme que él no era bisexual ni nada parecido. “Conmigo no tienes que justificar nada”, atajé, “es a Marisol a quien estás acostumbrado a rendirle cuentas”. Me suplicó que no le fuera a contar nada a mi amiga. Claro que no le diré nada, “aunqu...

Memorias III

"Estás haciendo algo que no quieres" dijo la voz. Y en parte era razón, por que en un vago intento de tratar algo nuevo, algún sentimiento quizá, algo que me recordara que era más o menos humana, quizá de forma desesperada, quise hacer feliz a alguien que no fuera yo misma. Tremendo error, por que ese tipo de altruismo hecho migajas nunca va bien a nadie, sobre todo cuando la cima de los problemas es una persona en concreto e, inclusive, tú mismo. Y esa voz seguía sonando en mi cabeza, mientras le decía "todo-va-bien" a aquel ex novio borracho que trataba de que le dijera que lo extrañaba o algo así. Así, como el soundtrack de una película absurda, donde la actriz principal arroja su libreto, repleto de frases falsas, cosas que no siente, al armario del camerino, para tararear después las estrofas de Joaquín Sabina: "Si alguna vez he dado más de lo que tengo/ me han dado algunas veces más de lo que doy/ se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo/ y puede que ...