"Pendejez": estado emocional post-tristeza Hay momentos en que la tristeza ya no duele, pero tampoco se ha ido del todo. Queda suspendida, flotando como un eco, hasta se siente suavecito como una neblina que te envuelve sin apretar. No estás feliz, pero tampoco roto. Solo estás. Y hasta se disfruta. A esa sensación, los poetas le buscan nombres en otros idiomas: saudade, en portugués; melancholia en latín; mono no aware en japonés. Pero aquí, en tierra más cruda y más honesta, le decimos pendejez. "Andas en la pendeja", te dicen. La pendejez es ese andar distraído, con mirada de perrito sin dueño, pensando en cosas que no tienen solución, pero que igual se piensan. Es andar en la pendeja, pero bonito. Como si tu cerebro se pusiera en pausa para contemplar lo inútil, lo triste, lo inevitable… y en ese mismo contemplar, encontrar algo tibio, estético, casi sabroso. No es depresión, no es alegría, no es reflexión profunda ni tontería superficial. Es un estado flotante...
Limpia tu mierda. Suena casi a frase de película. Es, de hecho, una frase de película, de varias seguramente. Y es que como en una película, a las personas nos gusta mucho sufrir de repente para mantener la trama interesante. Hoy me deprimí. A veces me gusta llegar arrastrando los pies mirando al infinito pensando que mi vida no puede ser peor, que las deudas y la vida me agobian, que estamos en medio de una pandemia que muchos dicen que no está fea pero sí está fea, y si me contagio nos morimos todos, que la vida no tiene sentido, que no hago nada bien, que soy torpe. Que todo lo que toco de algún modo lo convierto en lo que mis gatos me regalan en su caja de arena. ¿Por qué nací, por qué estoy aquí? Soy solo una coincidencia, un número, nada especial. Me duele vivir. No creí nunca y aún no creo tener nada malo. Desde que me han dicho que tengo cuál o tal cosa les puse nombre, como a un peluche, pero nada más. Siempre que los describen lo hacen como algo terrible. Puedes lleg...