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Mostrando las entradas de enero, 2012

Memorias II

Hace frío y la gente cubre su rostro crispado por la soledad en una bufanda, decididos cambien a usar una máscara interna para estar presentables en la sociedad, ocultando lo que realmente es y lo que realmente piensa. El viento te susurra incoherencias y te recuerda aquella madrugada, que es un punto de partida y de comienzo, una similitud entre los borrachos y los insomnes. Viento frío, como los corazones que son casi incapaces de sentir siquiera lástima por el niño que vive debajo de aquel puente. Se me acerca un anciano, que me pide un cigarro para el frío. -No es usual que una señorita fume, y menos de éstos- me dijo mientras extendía la cajetilla de Malboro Blanco. Sólo atiné a asentir y sonreír con delicadeza. No era la primera vez que me decían eso. .......................................................................................................................... .................................................................. .....................................

Mariposas de arrabal

Hay veces que te cansas tanto de buscar respuestas a preguntas que has almacenado durante tanto tiempo,  que estás dispuesto a beber cualquier veneno que te pongan enfrente. Nunca falta el imbécil que te afirma que estás mal a pesar de que no sabe dirigir ni su propia vida. Que te dice que sentir "mariposas en la panza" es lo más normal del mundo y que tarde o temprano te sucederá a ti. Y tú te conformas con ser capaz de respirar normalmente por las noches sin poder llorar por que no tienes razón, no tienes argumento, no tienes nada. Eres como un máquina, preparada para todo, soportando todo sin saber que los circuitos interiores van a explotar. Y cuando esa desesperación te invade te aferras a cualquier cosa que signifique una brizna de salvación. ........................................................... ....................................... ................... .......... .. Fer me abrazó sin ninguna razón, yo aún no me acostumbraba al contacto tan cercano con otro

Infancia desvalida

Hay un casette donde está grabado un momento de mi infancia, que yo no recuerdo pero que hoy, por alguna razón, mi padre insistió en poner. Es simple, no es ninguna graciosada infantil, ni mis primeras palabras, ni mis primeros pasos. En la imagen sólo se ve una niña con sonrisa triste, ojos marrones demasiado asustados por el extraño objeto que tiene enfrente, sonrosadas mejillas y cabello rizado. Nada en especial. Parece ser que estamos en una casa desconocida, posiblemente una de mis tantos parientes, donde mi difunto abuelo me cargaba. La única palabra que dije en todo el video fue "casa". Quiero ir a casa. Y la niña de la imagen señalaba con su puñito al oeste. Todos celebraron esta palabra, excepto la chiquilla, que miraba con ojos brillantes, esperando que la devolvieran a su lugar de origen. .......................................... .................. ............. .... ... Hay un punto exacto para cada cosa. El punto de ebullición de cualquier sustancia,

Un Quijote sin Dulcinea

El frío calaba hasta los huesos y de alguna manera mi enorme chamarra no me proporcionaba calor. El transporte estaba tranquilo, y solo el vientecillo te sacaba de la suave duermevela que disfrutabas durante el viaje. Era de esos días cobardes en los que me reprochaba las cosas que nunca hice, las cosas que nunca dije a pesar de que sabía que no tenía sentido seguir torturando a mi cerebro de esa manera, como un ganadero que explota a su yunta. Un montón de gente atiborró de repente la tranquilidad de mis pensamientos y la escena me recordó a las migraciones de gaviotas. Total, nosotros éramos como gaviotas, que regresaban al nido después de un día duro. Nunca presto atención a los detalles ni a los rostros sombríos de esta ciudad, pues hacen que me sienta poco más que una perdedora pero en esta ocasión unos conocidos ojos marrones gritaban mi nombre. El tipo se limitó a mirarme con rencor y no me dirigió ni una palabra, pasó a mi lado y observo lo que hacía como quien observa un muebl

Nostalgias

Nuestra amistad no va mas allá de unas cuantas cervezas juntas y quizá una o dos veces que la he visto llorar. Se llama Alejandra, tiene diecisiete y ya es consumidora de drogas habitual. No es fea, tiene una sedosa piel cobriza y pelo castaño que le llega a los hombros. Se oculta tras una máscara de bravuconería y cree ser vale madres cuando lo que realmente consigue es que las personas se alejen de ella irrevocablemente, quedando como vil pendeja, susurrando incoherencias mientras esta borracha como una cuba. Mientras la vida y los ánimos se le escapan de los dedos, ahogando sus penas de una manera cobarde. No la culpo, alguna vez yo sentí la misma urgencia de encontrar una vía de escape, una solución final a todos los problemas, aunque ahora eso me parece lejano. Ahora veo como se le va el tiempo, temiendo cada día que termine muerta de una manera casi trágica. Diecisiete años y siendo casi una delincuente juvenil, de alguna manera terminó teniéndome  confianza estableciendo un lazo

Profecías II

Me senté en el primer lugar vacío que vi en el transporte. La dureza del cuero me lastimaba la espalda y busque una posición cómoda. Tan ensismada estaba que no note que al lado opuesto  había un chico. Pero no cualquier chico. Cabeceaba como  muñeco de trapo, con peligro de caerse de un momento a otro y aferrándose a una botella de Brandy vacía. Note cierto airecillo familiar en el, pero no hice nada mas que observarlo moverse al ritmo de los tumbos de  camión. De pronto, quizá intimidado o extrañado, volvió el rostro a donde yo estaba. Y entonces supe que no lo olvidaría jamas. Tenia una  expresión dulce, incluso era guapo, con unos enormes ojos almendrados sombreados por las ojeras de una noche sin sueño y una expresion perdida, desamparada. Era alto, sin duda, mas alto que yo y con el cabello negro y muy rizado. De tez blanca, no debia tener mas de veinte y sin embargo, su expresión hacia creer que este muchacho habia envejecido prematuramente. Nadie se le acercaba, el tipo estab

Miradas que hablan

Aquel sujeto y yo tuvimos por primera vez, en muchísimo tiempo, nuestra primera cita de "ya-no-somos-novios", después de un largo periodo de no dirigirle mas que unas cuantas palabras, por compromiso. No me he sentido comprometida de ninguna manera con las relaciones que hasta ahora, un tiempo relativamente corto,  he tenido. Como dice Andres Calamaro: Tengo abierto el minibar/ Y cerrado el corazón. El tipo tiene una mirada triste, posiblemente retrata el estado en el que se encuentra su alma. Sus ojos aterciopelados te dicen mas de lo que puede decir con palabras, que suelen ser hirientes y con un ligero toque de ironía. Es quizá esta la razón por la que me atrajo. O a quien quería engañar, también besa divino, pero ahora le note un cierto aire inocente, el cual, si hubieras sido del estándar normal, te hubiera cautivado. Lastima que yo no soy de ese estándar. Aprendí de el que la gente se toma demasiado en serio su papel de ser humano, llena de pequeños problemas diarios,