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Mostrando las entradas de febrero 27, 2014

Cuando se te cruzan los cables

Desde que era chavita se me han cruzado los cables. Supongo que no soy la única. Todos tenemos nuestros ratos buenos y también los lapsos en que enloquecemos mucho o poco. A veces por tonterías, en ocasiones con justa razón, pero siempre se nos están cruzando los cables... Yo era de esas chamacas tranquilas, algo calladas, que se embobaban con la tele o que se la pasaban haciendo tarea muy concentradas, pero alguna tarde se me “iban las cabras al monte” y era difícil seguirme el paso o localizarme. Me refugiaba en las azoteas, trepaba los árboles más altos, caminaba por el filo de las bardas, provocaba a los perros del vecindario, inventando que yo era un explorador temerario en el Ártico o aventurera en territorios africanos. Y regresaba a casa cuando el sol ya se había ocultado, con los pantalones rasgados y uno que otro raspón en las rodillas. Mi madre a veces se enfadaba y terminaba por castigarme, a veces con severidad y otras con gestos de preocupación. Supongo que se pregun