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Profecías II

Me senté en el primer lugar vacío que vi en el transporte. La dureza del cuero me lastimaba la espalda y busque una posición cómoda. Tan ensismada estaba que no note que al lado opuesto  había un chico. Pero no cualquier chico. Cabeceaba como  muñeco de trapo, con peligro de caerse de un momento a otro y aferrándose a una botella de Brandy vacía. Note cierto airecillo familiar en el, pero no hice nada mas que observarlo moverse al ritmo de los tumbos de  camión. De pronto, quizá intimidado o extrañado, volvió el rostro a donde yo estaba. Y entonces supe que no lo olvidaría jamas.

Tenia una  expresión dulce, incluso era guapo, con unos enormes ojos almendrados sombreados por las ojeras de una noche sin sueño y una expresion perdida, desamparada. Era alto, sin duda, mas alto que yo y con el cabello negro y muy rizado. De tez blanca, no debia tener mas de veinte y sin embargo, su expresión hacia creer que este muchacho habia envejecido prematuramente. Nadie se le acercaba, el tipo estaba borracho. Y era todo lo que veían en el, un simple muchacho que venia de una fiesta y que al que seguramente le darían una bien merecida cagada en su casa. Pero yo vi mas que eso. Si hubieran visto ese par de ojos llenos de melancolía en los que me sentí tan identificada, quiza nadie habría dirigido esas miradas tan duras contra el. Entonces me vi, meses atrás, cuando la mejor medicina era una sorbo de tequila y encontraba consuelo en vodka. Sera que mis noches eran demasiado largas y mis días muy tediosos, o que estaba desolada, o solitaria...pero la herida que sentía se embotaba en alcohol y pareciera ya no existir. El mismo semblante derrotado de este chico era el mismo que yo veía en el espejo en la mañana, a la par de la resaca que parecía acabar con las pocas fuerzas de luchar. Solo Dios sabe como logre salir de ese circulo vicioso en el que no te dan ganas mas que de ahogar las penas en alcohol barato. Pero las muy cretinas flotan, es lo que el chico no sabe.

El muchacho suspiro, y al estar tan cerca el vaho de brandy barato me envolvió como una bruma y su semblante vencido hizo que sintiera un remalazo de ternura. Bostezo y volvió a mirarme, esta vez con un aire menos triste. Cuando me baje del trasporte,vi algo brillante en su mejilla: una lagrima. Inconcientemente le di una palmada en la espalda mientras sonreía, y el me devolvió la sonrisa. Pobre amigo, fue lo único que alcance a decir, ojala llege con bien a donde sea que vaya. Y me volvi para ver el bus partir, convirtiéndose en un punto de luz casi invisible, como las esperanzas en esta ciudad. Brillantes como los ojos de bohemio de copas que habia conocido sin conocer.

                                            

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