"Pendejez": estado emocional post-tristeza
Hay momentos en que la tristeza ya no duele, pero tampoco se ha ido del todo. Queda suspendida, flotando como un eco, hasta se siente suavecito como una neblina que te envuelve sin apretar. No estás feliz, pero tampoco roto. Solo estás. Y hasta se disfruta.
A esa sensación, los poetas le buscan nombres en otros idiomas: saudade, en portugués; melancholia en latín; mono no aware en japonés. Pero aquí, en tierra más cruda y más honesta, le decimos pendejez.
"Andas en la pendeja", te dicen. La pendejez es ese andar distraído, con mirada de perrito sin dueño, pensando en cosas que no tienen solución, pero que igual se piensan. Es andar en la pendeja, pero bonito. Como si tu cerebro se pusiera en pausa para contemplar lo inútil, lo triste, lo inevitable… y en ese mismo contemplar, encontrar algo tibio, estético, casi sabroso.
No es depresión, no es alegría, no es reflexión profunda ni tontería superficial. Es un estado flotante entre lo que duele y lo que ya no importa. A veces hasta da risa. A veces, solo da ganas de ver pasar la tarde con un gato encima.
Y lo más curioso: aunque venga de la palabra pendejo, la pendejez no es negativa. Es humana. Bien mexa. A veces se necesita andar en la pendeja.
Comentarios