Ir al contenido principal

Mundo D.C

 A pesar de tener tanto tiempo libre, no había tenido espacio de pensar, y creo que mis contemporáneos tampoco. Estamos demasiado ensismados en preocuparnos por nuestro futuro, nuestro retiro, el trabajo y las deudas, casi sería una bendición morir si es que no estuviéramos preocupados también por la pregunta que siempre ha estado presente en la humanidad ¿Qué hay más allá de la muerte?

Vivimos tiempos extraños ahora, muchas cosas son mejores y otras peores, aunque me siento muy culpable de decir que las cosas son mejores ahora, pero antes que empiecen a arrojarme jitomates, explicaré por qué. Este blog lo inicié hace años (qué digo años, ¡añísimos!) como una especie de terapia, porque siempre me ha costado decir lo que pienso e identificar lo que siento...pero hey, estamos trabajando en ello. Y no puedo dejar de pensar, después de leer todo lo que escribí, que a) me menosprecio demasiado y b) que a veces también me tomo demasiado en serio.

Ah, por si no había quedado claro, esto va a ser largo. Que se armen los pinches chingadazos.

La idea principal de este post es mi percepción de las cosas, y como ha cambiado todo sin cambiar realmente nada. Es decir, sigo teniendo episodios en los que nada me importa y dejo a la deriva cosas verdaderamente importantes como adulta, como lo es la economía, mi trabajo, yo misma, ni siquiera con el pretexto de estar depresiva (¿O si?) sino simplemente porque hay cosas que no quiero hacer. Este modo de vida ha estado presente en mi desde la infancia y me ha traído problemas, pero hasta ahora en mi mediocridad no he intentado cambiar. La realidad es que nadie te da un manual de vida, de cómo comportarte, y de forma horrible el mundo va evolucionando. Mi modo de supervivencia hasta ahora, así como una de mis grandes virtudes es la adaptabilidad, lo que hace trizas el concepto que tenían de mi como Asperger. También empiezo a vivir mi presente de forma más tangible y estos meses de encierro me acercaron a cosas que no creía posibles aunque de vez en cuando me dé la sensación que es pura paranoia mía y que estoy clínicamente loca. Pero como ya no creo ni en la psiquiatría ni el la psicología, y estoy obteniendo la paz que ninguna de ellas me dió, me doy por bien servida.

En mi ocio me puse a leer blogs como si de 2004 se tratara, y encontré uno sobre el martirio que es encontrar terapeuta. Antes de que la nación del COVID-19 atacara tenía la idea de ir al psicólogo, porque como todos tengo traumas sin resolver, abusos, histerias y depresiones que empezaban a afectarme seriamente. En esas estaba cuando me vi confinada en mi hogar con la mitad de mi salario cada quincena y sin gastar dinero casi, así que como diría el filósofo Forest Gump "qué bien, una cosa menos de que preocuparse". 

Yo disfruto mucho de estar en casa sin hacer nada, nuevamente no sé si será depresión o flojera o ambas, pero el confinamiento no me pareció en absoluto insoportable. Tuvo que ver mucho el ambiente donde vivo, porque si me permiten presumir, tengo dos maravilloso gatos, consolas de videojuegos, un compañero divertido y muchos libros que leer; ah, y mucha, mucha marihuana. 

Estuve tan pero tan ociosa que empecé a cuestionarme qué iba a ser de mi vida, que a mis casi 27 estoy igual que hace diez años solo que más vieja, que no he terminado ni la escuela, que tengo deudas impagables, que doy lástima a todos, que nadie, ni mi familia, ni mi pareja ni mis amigos me toman en serio, que todos manipulan y me dejo hacer porque además de todo, soy una cobarde mentirosa, que soy débil. Que ya debería ponerme a estudiar algo, que debería apurarme y dejar de perder el tiempo, porque mira a tu alrededor, todos están logrando sus sueños y tú aquí, nomás respirando, que soy una huevona, es más, ya mejor ve a lamer los tubos del metro porque están mejor sin ti...en fin, todas esas cosas que uno piensa cuando es adulto. Y es aquí donde digo que me menosprecio demasiado, porque sí, muchas cosas de ahí son ciertas pero otras no tanto; y además me tomo muy en serio porque en realidad, nada de eso, ni yo misma, importa mucho.

No pedí venir al mundo pero aquí estoy, tratando de hacerlo lo mejor que puedo, y aunque lo hiciera bien no importa. Vivo en este planeta, pero más arriba hay muchos planetas más, y más afuera hay un universo infinito que quien sabe si termine en alguna parte, y a todas esas masas no les importa si no estudiaste la universidad. Tampoco les importa si eres intolerante a la lactosa. Otro filósofo muy famoso, llamado Morty Smith dijo "nadie tiene un propósito, nadie pertenece a ningún lugar, todos vamos a morir, así que ven a ver televisión interdimensional", y en ese instante en el cual la tía molesta que vive en todos nosotros y nos provoca ansiedad estaba mencionando todo lo que hago mal en la vida, ese instante fue el que me dió la pauta a experimentar un poco de paz. No luché ni traté de justificarme, ni traté de calmarme. Las emociones se me arremolinaron tratando de salir, amontonándose todas en el pecho, formando un nudo doloroso. En otra época habría tratado de comportarme, calmarme, llamar a alguien, beber un vaso de agua, todo con tan de no sentí "eso" que no sabía bien que era pero que seguramente no era bueno. Fui solo un espectador, palpé mi propia desesperación y las lágrimas que resbalaron tuvieron un gusto amargo, mientras me esforzaba por respirar. No quise calmarme, viví de cabo a rabo mi pequeña crisis sin pensar en nada más que mi crisis y lo que sentía en mi estómago, en mis brazos, en mi boca seca y los puños crispados. Quise ver al monstruo y me enfrenté al espejo, mientras mis gatos me pasaban entre las piernas. Pero lo que vi no era un monstruo, era solo una mujer con el rostro hinchado, el maquillaje corrido y el cabello alborotado, hasta bonita se veía, y esa mujer era yo. Quería abrazarla y decirle que todo iba a estar bien. Supe que había muchas heridas sin sanar, abusos que se había negado a ella misma, culpas que se echaba sin razón, tensiones pequeñas y grandes y cosas que se había guardado "para que no me dijeran nada" o "para que no creyeran que estoy loca" o "igual nadie se va a dar cuenta" o "no creo ser tan buena" o "para estar bien en el trabajo", también ví a la niña abusada y a la adolescente incomprendida, y a todas las cosas que había renunciado por comodidad mía o de otras personas, las palabras que me había callado para evitar peleas y los sentimientos enterrados disfrazados de "es que no se que siento" cuando en realidad no queria que los demás supieran como me siento para evitar discusiones.

¿Para quien estaba tomándome tantas molestias, por qué no quería que nadie me viera así? Está soy yo, a veces estoy bien, a veces estoy mal, así funciona la vida. Ya no intento curarme porque no estoy enferma. No quiero ir al psicólogo ni al psiquiatra porque me dirán qué es lo que ellos creen que tengo, basados en lo que yo les quiero mostrar. ¿Quien más si no yo que me conozco sabré que es lo que me pasa? Lo que me pasa es que no me pasa nada, se llama simplemente ser humano, es imposible no tener traumas viviendo en un mundo así de cruel, en el que sabes que tienes o tienes que ser alguien o morir siendo olvidado por todos, en un tiempo relativamente corto. Pues, sí, es lo que hay. Nada ha cambiado desde el inicio de la humanidad, y no es mi meta ser trascendente porque no importa. Fuera de este planeta a nadie le importa, a nada, y quién sabe que hay más allá. Lo que para otros es motivo de terror a mi me tranquiliza, porque sin importar lo que decida, todo va a acabar. Y si todo va a acabar igual, ¿Por qué no pasarla bien para mí y por mi? ¿Por qué no husmear y curiosear todo para ver qué es lo que me gusta? A la gente realmente no le interesa lo que hagas, se ofenden porque no son capaces de asimilar que hay mucha variedad en el universo, entonces, ¿Por qué debería importarme lo que dicen de mi? Quienes hablan mal de mi comportamiento seguramente no conviven conmigo el suficiente tiempo para escucharme o entenderme. No voy a seguir compadeciéndome si tengo a mi disposición para hacer lo que quiero, nada me impide hacer las cosas que quiero. Y si tampoco quiero hacer nada, está bien también, todo acabará igual y no me arrepentiré. Me relaja saber que quizá no hay más allá. O quizá sí y descubriré algo nuevo. 

El mundo sigue igual, sigo teniendo deudas, sigo trabajando y pagando impuestos. Hay un virus mortal que puso al mundo entero de cabeza, y con ello evidenció la fragilidad humana, y confirmo mi teoría que NADA IMPORTA más que vivir como quieras, haciendo lo que quieras, entendiendo que todos tenemos un lado oscuro y que no queda más que adaptarse y vivir con ello o dejarte arrastrar por la corriente. No hay decisiones buenas o malas, no hay blanco o negro, nadie pertenece a ningún lugar, todos vamos a morir, así que por favor ve a ver televisión interdimensional.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

La teoria politica de los Fruti Lupis y la revolucion de Sam el Tucan

Ayer en la noche mis hermanos Alex, Mateo y yo estabamos alimentándonos sanamente con mi vicio de los fruti lupis. Entonces nos preguntábamos si es que alguna vez habían existido los fruti lupis o si todo era producto de un delirio colectivo del pueblo mexicano. "El otro día pensaba en esto tambien" -comentaba Alex- "y supongo que debe haber una prueba de que habían existido, algo asi como que hubiera una caja, por ahí, que dijera así: Fruti Lupis". Al principio yo había dudado de mi memoria, seguro que todo era porque así escuchaba que decían los adultos cuando era chica. Digo, todavía no sabía leer (y mucho menos en inglés) cuando empecé a comer cereales coloridos y ultra azucarados. La cosa es que cuando Alex mencionó la palabra "caja" de repente un foquito se me prendio,  ¿ quien decia que no habia ninguna pinche caja de Fruti Lupis?. Sí....en algún momento, tal vez, sólo tal vez, existió una caja que decía Fruti Lupis. Pensemos bien. Todavía te cre

El joven de ojos canela.

Grandes y asustados, la miraban. Era un par de ojos imposibles de olvidar; dulces y oscuros como caoba. que parecían encerrar secretos que ella quería descubrir. Diez botellas vacías de cerveza al rededor del cuarto de hotel, música que alguno de los dos (quién sabe en qué punto de la velada) se dió el tiempo a poner. Conforme el hombre se fue acercando, mil imágenes la asaltaron: la traición, el dolor que ella conocía bien no quería infringirlo. Sin embargo, Café Tacuba canta para ella: "tú mañana ya te fuiste/pero antes me dijiste 'el futuro es hoy'". Y sin pensarlo demasiado probó con ansias los suaves labios rosas que ofrecían una dulzura y un embrujo tales que, un trío de cervezas más tarde, ella comprobaría entre besos y sábanas: un mar entero de emociones no todas negativas. La mañana llegó, y con ello la resaca. El joven de ojos canela miró con devoción el cuerpo desnudo que yacía a su lado y lo besó con tanta ternura como la noche anterior, antes que cayeran

Comercio con almas

“En el verano de 1980, Zana Muhsen, adolescente de quince años de edad, se preparaba para las que iban a ser las vacaciones mas excitantes de su vida. Viajaba con unos amigos de su padre que la habían invitad o a su casa. Era la primera vez que cogía u n avión  e iba a conocer Yemen, el país de su padre. Ella solo conocía Birmingham, su ciudad. A  pesar de sentirse inglesa de pies a cabeza, ansiaba conocer ese maravilloso país que su padre tantas veces le había descrito: la belleza de sus paisajes, las tr avesías por el desierto a lomos de un  camello, las casas encaramadas en los acantilados, la arena dorada, las palmeras, el sol, el mar intensamente azul… ¡incluso iba a poder cabalgar, a  pelo, a lomos de un caballo! Su hermana menor, Nadia, también viajaba a Yemen, pero lo  haría unos días después. . El tra ye ct o fue agotador: varias horas de avión con una escala interminabl e en Damasco, despu é s, otra larga espera y otro avión más y, finalmente, un Land Rover alquilado hast