Ir al contenido principal

Incluso se parece a tí.

Así inician a veces las conversaciones conmigo misma "Algo no anda bien en tí y tienes que remediarlo" "Ajá, y ¿cómo? ¿Rezando, yendo al psicólogo que no ayuda en nada? ¿teniendo amigos?" "No sé...indaga, explora, maldice si es necesario" "Maldecir es lo que hago todo el tiempo"...No llegando a ninguna conclusión satisfactoria. El trasporte público apesta a sudor y cansancio, luego de un día de trabajo. Y es que soy demasiado joven para ser amargada. Tengo la crisis de los 40, pero antes de los veinte. Por que ya no soy una niña pero tampoco soy adulta. Ya no soy débil pero aún necesito ayuda, aunque no lo reconoceré nunca. Y hay ciertas cosas que aún no llego a comprender, como la insistencia del destino -o karma, quizá- de poner en mi camino a veces a las personas más puras y nobles, que fácilmente puedo herir. Y es que el chico del trasporte se parecía mucho a tí.

Tenía la misma piel morena cobriza, tenía el mismo peinado incluso. Tu mismo curioso rostro crispado, que le daba aire infantil. El mismo mentón afilado, la misma estatura. Tenía tus mismos brazos, tu mismo estilo, el mismo aroma incluso, los mismos gestos...eran tan idénticos....

Lo único que variaba era los ojos. Los tuyos tiene un matiz de brillante alegría que temo desahuciar para siempre en mi frustración, una chispa que los hace únicos, con una claridad impresionante que hacen que tenga la sensación de mirar a través de ellos tu alma, tu mismo ser, tus emociones, más sinceras de lo que he visto jamás. Los ojos del chico eran más opacos, obscuros, como una versión de un mundo paralelo a tí, cargados de misterio, de tristeza, de rencor incluso. Los mismos ojos que reconozco míos, mirarlos es como mirar una tumba. Sonó el teléfono. Él responde. Su sonrisa se ilumina y se parece tanto a ti...pero sus ojos siguen siendo los mismos, opacos. De pronto, me mira. La curiosidad crece en él como si también notara algún parecido. Se desocupa el asiento y se sienta junto a mí, me mira de nuevo y lo miro. Me sonríe.

-Disculpa. Te pareces un poco a alguien que conocí.

Sonrío por cortesía y me bajo del trasporte. Un chico extraño, sin duda. Se parecía mucho a tí, sin embargo, no eres tú.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La teoria politica de los Fruti Lupis y la revolucion de Sam el Tucan

Ayer en la noche mis hermanos Alex, Mateo y yo estabamos alimentándonos sanamente con mi vicio de los fruti lupis. Entonces nos preguntábamos si es que alguna vez habían existido los fruti lupis o si todo era producto de un delirio colectivo del pueblo mexicano. "El otro día pensaba en esto tambien" -comentaba Alex- "y supongo que debe haber una prueba de que habían existido, algo asi como que hubiera una caja, por ahí, que dijera así: Fruti Lupis". Al principio yo había dudado de mi memoria, seguro que todo era porque así escuchaba que decían los adultos cuando era chica. Digo, todavía no sabía leer (y mucho menos en inglés) cuando empecé a comer cereales coloridos y ultra azucarados. La cosa es que cuando Alex mencionó la palabra "caja" de repente un foquito se me prendio,  ¿ quien decia que no habia ninguna pinche caja de Fruti Lupis?. Sí....en algún momento, tal vez, sólo tal vez, existió una caja que decía Fruti Lupis. Pensemos bien. Todavía te cre

El joven de ojos canela.

Grandes y asustados, la miraban. Era un par de ojos imposibles de olvidar; dulces y oscuros como caoba. que parecían encerrar secretos que ella quería descubrir. Diez botellas vacías de cerveza al rededor del cuarto de hotel, música que alguno de los dos (quién sabe en qué punto de la velada) se dió el tiempo a poner. Conforme el hombre se fue acercando, mil imágenes la asaltaron: la traición, el dolor que ella conocía bien no quería infringirlo. Sin embargo, Café Tacuba canta para ella: "tú mañana ya te fuiste/pero antes me dijiste 'el futuro es hoy'". Y sin pensarlo demasiado probó con ansias los suaves labios rosas que ofrecían una dulzura y un embrujo tales que, un trío de cervezas más tarde, ella comprobaría entre besos y sábanas: un mar entero de emociones no todas negativas. La mañana llegó, y con ello la resaca. El joven de ojos canela miró con devoción el cuerpo desnudo que yacía a su lado y lo besó con tanta ternura como la noche anterior, antes que cayeran

Comercio con almas

“En el verano de 1980, Zana Muhsen, adolescente de quince años de edad, se preparaba para las que iban a ser las vacaciones mas excitantes de su vida. Viajaba con unos amigos de su padre que la habían invitad o a su casa. Era la primera vez que cogía u n avión  e iba a conocer Yemen, el país de su padre. Ella solo conocía Birmingham, su ciudad. A  pesar de sentirse inglesa de pies a cabeza, ansiaba conocer ese maravilloso país que su padre tantas veces le había descrito: la belleza de sus paisajes, las tr avesías por el desierto a lomos de un  camello, las casas encaramadas en los acantilados, la arena dorada, las palmeras, el sol, el mar intensamente azul… ¡incluso iba a poder cabalgar, a  pelo, a lomos de un caballo! Su hermana menor, Nadia, también viajaba a Yemen, pero lo  haría unos días después. . El tra ye ct o fue agotador: varias horas de avión con una escala interminabl e en Damasco, despu é s, otra larga espera y otro avión más y, finalmente, un Land Rover alquilado hast