Desde el momento que desperté, me sentí en la necesidad de descolgar el viejo teléfono de mi recámara, marcar ese número tan conocido lleno de 7´s y decirte algo simplón, sin chiste y poco imaginativo como "estás más cerca de la muerte" o "ojalá sobrevivas más tiempo"...tú entornarías los ojos hasta casi voltearlos y me dirías algo mordaz, irónico, propio de tus conversaciónes. Nos enfrascaríamos en planear una salida tonta, una completa pérdida de tiempo, pero con una sonrisa en el rostro. Yo tardaría 50 minutos en llegar, y tú te exasperarías de mi impuntualidad. Pero ya no vivo en esa recámara, ya no tengo el teléfono descascarado, y he perdido tu pista en un lugar que ya no recuerdo. Mis días van y vienen y es dolorosa la similitud que tienen con lo que juré ya no ser, pero aquí estoy, sufriendo una partida que ni siquiera sucedió. ¿Cómo cambiamos tanto, como es que las cosas tuvieron que ser así? ¿Por que te necesito tanto?
Es absurdo, y alarmante como el tiempo se toma a sí mismo para hacer las cosas más rápidas y dolorosas, al mismo tiempo. Un segundo antes estabas aquí, haciendo chistes malísimos y ahora solo estoy yo, mirando hacia la nada con deseos de decirte mil cosas y a la vez callar, contentarme con verte llegar una vez más, agitar esas manos morenas en el momento que decía algo inapropiado, hablar sobre todo lo que nos faltó, lo que pasó, conectar los cables necesarios para hacer un robot imaginario o comprar los boletos imaginarios de ese concierto descabellado...ahora eso ya no existe más. Solo la nada y el hueco que dejaste con tu partida silenciosa, te fuiste tan lento y con tanta calma que no me percaté hasta que estabas muy, muy lejos,
Lamento escribir todo esto y no decírtelo. Te imagino leyendo esto y carcajéandote mientras piensas alguna respuesta mordaz. Pero quizá no lo hagas y este escrito se pierda, entre tantos miles que hay, iguales a éste: inconclusos.
Es absurdo, y alarmante como el tiempo se toma a sí mismo para hacer las cosas más rápidas y dolorosas, al mismo tiempo. Un segundo antes estabas aquí, haciendo chistes malísimos y ahora solo estoy yo, mirando hacia la nada con deseos de decirte mil cosas y a la vez callar, contentarme con verte llegar una vez más, agitar esas manos morenas en el momento que decía algo inapropiado, hablar sobre todo lo que nos faltó, lo que pasó, conectar los cables necesarios para hacer un robot imaginario o comprar los boletos imaginarios de ese concierto descabellado...ahora eso ya no existe más. Solo la nada y el hueco que dejaste con tu partida silenciosa, te fuiste tan lento y con tanta calma que no me percaté hasta que estabas muy, muy lejos,
Lamento escribir todo esto y no decírtelo. Te imagino leyendo esto y carcajéandote mientras piensas alguna respuesta mordaz. Pero quizá no lo hagas y este escrito se pierda, entre tantos miles que hay, iguales a éste: inconclusos.
Comentarios