Ir al contenido principal

¿Cuándo?

 Siempre que iniciamos una nueva etapa hay un margen de error. Puedes fracasar, echar al vacío tiempo y esfuerzo mientras - quién sabe que fuerzas - se encargan de hacerte más miserable. O puedes triunfar y ver tranquilamente cómo uno a uno rus sueños van cumpliéndose, acoplándose como un perfecto rompecabezas. Hay variables que nunca podrás adivinar.

 Mi miedo al fracaso es tangible. Lloro sin razón y me siento idiota. Valiente forma de afrontar las cosas. Sin embargo, el riesgo inminente de fracasar es también un tónico contra el vacío que siento actual, es decir, es algo nuevo que experimentar: yo ya no creo en mí. La alegría de una nueva oportunidad se ve empañada por un sin fin de temores. No sé si me irá bien o mal, algo ha hecho que desconfíe hasta de mis capacidades y maquilo ideas absurdas, una más tonta que la anterior. De repente me detengo y encuentro algo que me hace retroceder y por li menos, intentarlo. Ya no hay miedo, pero si una sórdida curiosidad por saber que ocurrirá después. Y sólo atino a preguntar ¿cuánto me volví tan estúpida?

Comentarios

Unknown dijo…
Puedes imaginar un mundo donde todos intenten conseguir sus metas ? O peor aun, uno donde todos intentarán hacer sus sueños realidad ? Nos hubiéramos extinto hace eones, prefiero que la gente medite sus sueños antes de hacer una estupidez realidad.

Entradas más populares de este blog

La teoria politica de los Fruti Lupis y la revolucion de Sam el Tucan

Ayer en la noche mis hermanos Alex, Mateo y yo estabamos alimentándonos sanamente con mi vicio de los fruti lupis. Entonces nos preguntábamos si es que alguna vez habían existido los fruti lupis o si todo era producto de un delirio colectivo del pueblo mexicano. "El otro día pensaba en esto tambien" -comentaba Alex- "y supongo que debe haber una prueba de que habían existido, algo asi como que hubiera una caja, por ahí, que dijera así: Fruti Lupis". Al principio yo había dudado de mi memoria, seguro que todo era porque así escuchaba que decían los adultos cuando era chica. Digo, todavía no sabía leer (y mucho menos en inglés) cuando empecé a comer cereales coloridos y ultra azucarados. La cosa es que cuando Alex mencionó la palabra "caja" de repente un foquito se me prendio,  ¿ quien decia que no habia ninguna pinche caja de Fruti Lupis?. Sí....en algún momento, tal vez, sólo tal vez, existió una caja que decía Fruti Lupis. Pensemos bien. Todavía te cre

El joven de ojos canela.

Grandes y asustados, la miraban. Era un par de ojos imposibles de olvidar; dulces y oscuros como caoba. que parecían encerrar secretos que ella quería descubrir. Diez botellas vacías de cerveza al rededor del cuarto de hotel, música que alguno de los dos (quién sabe en qué punto de la velada) se dió el tiempo a poner. Conforme el hombre se fue acercando, mil imágenes la asaltaron: la traición, el dolor que ella conocía bien no quería infringirlo. Sin embargo, Café Tacuba canta para ella: "tú mañana ya te fuiste/pero antes me dijiste 'el futuro es hoy'". Y sin pensarlo demasiado probó con ansias los suaves labios rosas que ofrecían una dulzura y un embrujo tales que, un trío de cervezas más tarde, ella comprobaría entre besos y sábanas: un mar entero de emociones no todas negativas. La mañana llegó, y con ello la resaca. El joven de ojos canela miró con devoción el cuerpo desnudo que yacía a su lado y lo besó con tanta ternura como la noche anterior, antes que cayeran

Comercio con almas

“En el verano de 1980, Zana Muhsen, adolescente de quince años de edad, se preparaba para las que iban a ser las vacaciones mas excitantes de su vida. Viajaba con unos amigos de su padre que la habían invitad o a su casa. Era la primera vez que cogía u n avión  e iba a conocer Yemen, el país de su padre. Ella solo conocía Birmingham, su ciudad. A  pesar de sentirse inglesa de pies a cabeza, ansiaba conocer ese maravilloso país que su padre tantas veces le había descrito: la belleza de sus paisajes, las tr avesías por el desierto a lomos de un  camello, las casas encaramadas en los acantilados, la arena dorada, las palmeras, el sol, el mar intensamente azul… ¡incluso iba a poder cabalgar, a  pelo, a lomos de un caballo! Su hermana menor, Nadia, también viajaba a Yemen, pero lo  haría unos días después. . El tra ye ct o fue agotador: varias horas de avión con una escala interminabl e en Damasco, despu é s, otra larga espera y otro avión más y, finalmente, un Land Rover alquilado hast