Ir al contenido principal

Arde la calma

Maldita migraña. Y malditos los celos, en todas sus presentaciones. También malditas sean las rutinas que entumen tus pasos. Seamos francos con nosotros mismos, no nos engañemos: cada día damos un paso hacia el cadalso, hacia la tumba, sin dejar huella que valga la pena. Y aún así nos atrevemos a ar por muertos los sueños. Malditos los días en que salimos a la calle con ánimos de pelea, como si alguien nos la debiera.


Siete de la mañana. Ni ganas de levantarse y planchar las alas. Para qué volar si nada más con abrir los ojos sientes la mirada fatigada. Hoy no estás de humor para soportar a la gente en el subterráneo, a tus compañeros de trabajo, a tu padre neurótico, a tu madre abnegada, a los chóferes esquizofrénicos, a toda esa gente que tiene la decepción pintada en la cara. 

¿No te parece una locura salir a la calle para darte cuenta una vez más que todos quieren comprar tu alma o venderte la suya con ganas de estafarte?

Pero qué es la locura, qué la suerte, qué son esas cosas que te hacen falta para no caer a medio vuelo o, peor aún, antes de dejar el suelo?, ¿Suerte, equilibrio, pasión, un poco de calma?

¿Equilibrio? 

Equilibrio es graduarte como arquitecto, como maestro o abogado con mención honorífica, de tus propios miedos, para luego construir rascacielos que compiten en altura y peso con tus inseguridades.

Confianza es peinarte frente a un espejo roto, tener unos centavos en el bolsillo, desayunar café con galletas rancias, y salir a la calle con la esperanza de que esta vez será diferente, que alguien te ha extrañado o que por fin serás valorado.

Esperanza es creer que algún día los dioses te pagarán por cada obra buena que has hecho, por tantos años de soportar a los políticos corruptos, a los ex presidentes asesinos.

Suerte es seguir vivo luego de tantos años de excesos, deambulando por sitios oscuros, bailando con la más fea, engañando a la muerte, sintiéndote incompleto y tan lejos de casa, tan cerca de una frontera extraña.

Armonía es encontrar en los ojos de un niño la inocencia que has extraviado en algún lado. O reflejarte en la mirada de un anciano que ha perdido el mapa de regreso a su corazón.

Miedo es asumirte carcelero de tus bestias internas y torturarlas y hacerte el sordo y no dejarlas salir nunca, a sabiendas de que te masticarán el corazón y los sentimientos buenos mientras esbozan una sonrisa entre cínica y macabra.

Calma es dormirte bocarriba con una sonrisa en los labios después de una borrachera de dos días. Calma es lanzar una plegaria por los amigos que se quedaron en el camino, en otras ciudades, en otros destinos. Calma es ya no añorar aquel amor, esos labios que no volverás a sentir posarse sobre los tuyos. Calma es sentir el fuego en la cabeza, en las entrañas, y no entrar en pánico ni arrojarse el paso del Metro. Calma es creer, confiar, que esta madrugada lograrás aplacar a tus demonios.

Bendición es escuchar a Sabina, Calamaro, aquellas viejas canciones de tu infancia o las viejas canciones que tu madre ponía en la radio mientras cantaba con esa voz que tanto te gustaba.

Placer es reírte de los noticieros que hablan de nuestros gobernantes, que sonríen con sonrisas maquiavélicas mientras suponen que nos ven la cara de pendejos. Cada mes, cada año, cada sexenio.

¿Justicia? 

Justicia es una simple definición en el diccionario.

Juventud es lavarte los dientes con gasolina y luego encender con calma un cigarrillo. Y coleccionar manchas de carmín en el cuello.

Valor es darle de cachetadas al destino para luego subirte al tren de tus instintos.

¿Pasión? 

Pasión es besar a una mujer borracha, afeitarte con navaja, invertir en libros de poesía, gastar el tiempo en las librerías, cantar a Los Cadillacs en un bar, beber cerveza en tarro, ladrarle a los perros, patear a los autos, mirar feo a los policías, escupir los cristales de los bancos y hacer el amor fervorosamente de vez en cuando. Cuando has abandonado tus sueños más profundos, has olvidado con cuánto amor realizabas algo, has matado por fin el último retazo de inocencia y virtud. A veces, en la ciudad, a este acto abominable se le denomina "madurar"

Sí, pasión es cargar un Zippo en el bolsillo con ganas de prenderle fuego a todas las fotos y los recuerdos de tu ex. Pasión es deletrear, entre tragos de bilis y mezcal, los poemas más feroces. Pasión es dormirte con los audífonos puestos y maldecir las ausencias con estrofas que recita Enjambre: 

“Corazón te vi, ya no me engañas.
Dices que lo perdiste y no lo extrañas,
cambiaste tu deber por mañas,
tus intenciones son de mala calaña.
Corazón te vi ya no me engañas,
un bisturí reveló tus entrañas
y ahí en lo profundo de tu organismo
lo escondes con tal cinismo”. 

Pero no hay más razón para seguir que la locura. Sí, porque locura es tener fuerza para levantarte de la cama, ponerte unos jeans gastados, amarrarte las agujetas, escuchar el noticiero, conocer la cotización del dólar, rezar para que tus rutinas no te agobien demasiado. Locura es saber que las cosas serán iguales el día de mañana.

Comentarios

Unknown dijo…
"A Lap Dance Is so Much Better When the Stripper Is Crying " en realidad eso es una cancion la cosa es que eres muy apasionada para este mundo, por que no haces lo que hacemos los hardcore, nos suicidamos con hacha, por cierto escribo esto desde el infierno. Es un lugar muy bonito, pero redacto esto desde un Internet , aquí abajo estoy es muy caro así que ne voy. Te mando un beso y nunca cambies ;)

Entradas más populares de este blog

La teoria politica de los Fruti Lupis y la revolucion de Sam el Tucan

Ayer en la noche mis hermanos Alex, Mateo y yo estabamos alimentándonos sanamente con mi vicio de los fruti lupis. Entonces nos preguntábamos si es que alguna vez habían existido los fruti lupis o si todo era producto de un delirio colectivo del pueblo mexicano. "El otro día pensaba en esto tambien" -comentaba Alex- "y supongo que debe haber una prueba de que habían existido, algo asi como que hubiera una caja, por ahí, que dijera así: Fruti Lupis". Al principio yo había dudado de mi memoria, seguro que todo era porque así escuchaba que decían los adultos cuando era chica. Digo, todavía no sabía leer (y mucho menos en inglés) cuando empecé a comer cereales coloridos y ultra azucarados. La cosa es que cuando Alex mencionó la palabra "caja" de repente un foquito se me prendio,  ¿ quien decia que no habia ninguna pinche caja de Fruti Lupis?. Sí....en algún momento, tal vez, sólo tal vez, existió una caja que decía Fruti Lupis. Pensemos bien. Todavía te cre

El joven de ojos canela.

Grandes y asustados, la miraban. Era un par de ojos imposibles de olvidar; dulces y oscuros como caoba. que parecían encerrar secretos que ella quería descubrir. Diez botellas vacías de cerveza al rededor del cuarto de hotel, música que alguno de los dos (quién sabe en qué punto de la velada) se dió el tiempo a poner. Conforme el hombre se fue acercando, mil imágenes la asaltaron: la traición, el dolor que ella conocía bien no quería infringirlo. Sin embargo, Café Tacuba canta para ella: "tú mañana ya te fuiste/pero antes me dijiste 'el futuro es hoy'". Y sin pensarlo demasiado probó con ansias los suaves labios rosas que ofrecían una dulzura y un embrujo tales que, un trío de cervezas más tarde, ella comprobaría entre besos y sábanas: un mar entero de emociones no todas negativas. La mañana llegó, y con ello la resaca. El joven de ojos canela miró con devoción el cuerpo desnudo que yacía a su lado y lo besó con tanta ternura como la noche anterior, antes que cayeran

Comercio con almas

“En el verano de 1980, Zana Muhsen, adolescente de quince años de edad, se preparaba para las que iban a ser las vacaciones mas excitantes de su vida. Viajaba con unos amigos de su padre que la habían invitad o a su casa. Era la primera vez que cogía u n avión  e iba a conocer Yemen, el país de su padre. Ella solo conocía Birmingham, su ciudad. A  pesar de sentirse inglesa de pies a cabeza, ansiaba conocer ese maravilloso país que su padre tantas veces le había descrito: la belleza de sus paisajes, las tr avesías por el desierto a lomos de un  camello, las casas encaramadas en los acantilados, la arena dorada, las palmeras, el sol, el mar intensamente azul… ¡incluso iba a poder cabalgar, a  pelo, a lomos de un caballo! Su hermana menor, Nadia, también viajaba a Yemen, pero lo  haría unos días después. . El tra ye ct o fue agotador: varias horas de avión con una escala interminabl e en Damasco, despu é s, otra larga espera y otro avión más y, finalmente, un Land Rover alquilado hast