Cuando me miró de esa manera, que conocía a medias, me dí cuenta de que la estaba regando. Me enfrentaba de nueva cuenta a las decisiones que había tratado de tomar y que habían adquirido un rumbo distinto de mis ideales, pero con los que no me encontraba a disgusto totalmente. Y yo que pensaba sencillamente mandarlo todo a paseo. Cuando te das cuenta de que las cosas no funcionan como deberían por que es tu culpa, la mayor parte de las veces es demasiado tarde para remediar algo. Y no es que sea tarde para mí, al menos, no todavía, sin embargo, las palabras que te dicen a diario te resuenan en un momento equivocado, acabando poco a poco, como si de el tintero de un escritor frustrado se tratara, de las ganas de que todo se aclare de una vez. Es una bonita broma si lo ves positivo, das lo que recibes, es así de simple, pero este trueque no iba de acuerdo a lo establecido.
No encuentro placer ni siquiera en escribir, ni hablar, aunque bien se sabe que nunca he sido muy comunicativa. Sólo que esa noche es un poco más menos, un poco menos alejada de la realidad y también un poco más fantasiosa, puesto que ya ha sido encasillada en las mejores noches que te tenido. Me permitiría la vileza de decir era un impasse. Me han hecho pensar que el sentir no es tan malo como me forcé a verlo, pero que de todas maneras es una situación trillada y estúpida. O tal vez es sólo el capricho de desear fervientemente algo, con esto de la época navideña.
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Hacía frío, época de invierno, una de ésas noches de diciembre. Parece que los planes no habían salido a la perfección. Ella no estaba demasiado animada ni del todo disgustada con la idea de quedarse la noche en un hotel. Él parecía casi aterrorizado de saber que no podría darle un asilo más decente. Pamplinas, como si a alguien le importara lo que los vecinos, a los que a duras penas dirigía amargos saludos, dijeran si él llegaba o no a casa. El problema era ella. Demasiadas noches perdidas sin que diera signos de estar o no interesada. Demasiado distante, con aquella expresión de no estar segura de lo que habla, que también, en ciertas ocasiones, producía inseguridad en todas las veces que la besaba y le decía que la quería La chica, por su parte, sólo quería un lugar para pasar la noche. no era la primera vez que se quedaba en un hotel, sin embargo, a estas horas de la noche, pensaba, el transporte es el problema. ¿Ella le quería a él? No se sabía. Ni siquiera ella lo tenía claro. Sabía que cuando él la tomaba de la mano sentía un calor inmenso, que su olor le provocaba cierto éxtasis y que de sus labios escapaban los "te quiero" más dulces que pudo escuchar. Bueno, sólo hasta que llegó...se detuvo a medio pensamiento por que no quería arruinar la velada pensando en sus demás amoríos.
Demasiadas noches perdidas en brazos de los que no estaba segura amar, No era una muchacha mal parecida, sin embargo, su inseguridad era el problema. Y el problema era que siempre terminaba, por el contrario de las demás mujeres, enrolándose con los tipos más sinceros que cualquiera podría haber encontrado. Y aquél muchacho fuerte de ojos amables no era la exepcion Él le proporcionaba a ella todo lo que necesitaba: un amigo, un compañero de juegos, hasta un amante. Pero había algo mal, algo que no cuadraba del todo y eran en sí los sentimientos de nuestra protagonista, que sumida en sus pensamientos, correspondió el apretón de manos que el chico le dió, mientras esperaban el taxi que los llevaría al hotel más cercano esta noche de diciembre. Una hermosa noche, en sí, con las estrellas brillando en el cielo, muy poco común en estas fechas, y sobre todo, en esta ciudad. Cuando el taxi llegó. el cansancio en el delicado cuerpo de la joven se hizo presente. Se dejó caer en el asiento del vehículo, arrullada por el ronroneo del motor y la mente en blanco, sintiendo el calor del cuerpo del muchacho. Demasiadas noches habían pasado ya y tampoco era la primera vez que dormían juntos.
Sin embargo, ésta noche parecía un himno hermoso a todas las demás.
La idea de un baño resultaba confortante. Abrió los ojos castaños al momento de que el taxí, como una caricia, se deslizara graciosamente en el pavimento frío de la carretera semi vacía Ambos se apearon del coche y, con suerte, consiguieron habitación.
Una timidez desconocida para ella la embargó, ruborizándose ligeramente al ver a su acompañante. Demasiadas noches perdidas, pensaba. Demasiadas noches perdidas en algún sitio lejano, en manos de quién sabe quién, algunos besos que queman y tal vez un par de deseos sin realizar. Demasiadas cosas que valen la pena, perdidas en la inmensidad de esas noches si sentido romántico sino cruel...pero no importaba mientras el espejo de la pared se empañaba al ritmo de las respiraciones de aquellos dos jóvenes, que pretendían encontrar tantas noches en una sola, en un sólo beso, en una sola caricia ..esos espejos, que, a la mañana siguiente tendrían una hermosa historia que contar. .
Tales noches que se encuentran en cualquier bazar de cosas usadas, donde se encuentra la explicación más racional a mis sentimientos en este momento. Ponerles un nombre, bautizarlos y hacerles partícipes en la eucaristía de mi vida...parece un reto imposible. Sé que en una de tantas noches habré de encontrarme con tal explicación y puede que no me agrade del todo,. Se que voy a caer víctima de mis propias bromas un día, y que tendré que escribir con un lápiz roto todos esos recuerdos que ahora no me importan un centavo, que tantas noches que perdí ya no me valgan nada, aunque lamentablemente hay demasiado que olvidar y muy pocos recuerdos son tan sumisos como para dejarse doblegar de esa manera, pues cada recuerdo que atesoro tiene el tesón de un caudillo, Tantas noches perdidas, y como dice Joaquín sabina:
Esta es la canción de las noches perdidas/que se canta al filo de la madrugada/con el aguardiente de la despedida,por eso suena tan desesperada./Ven a la canción de las noches perdidas/si sabes que todo sabe a casi nada, acarrearán los leotardos de la vida/a bola de alcanfor dormida en la almohada.
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