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Predicando el amor

Recuerdo que en una fiesta, Armando me preguntó que si yo engañaría a mi amiga. Puedo ser de lo peor, una pésima hija o un hermana poco solidaria, pero hay códigos de honor que me gusta conservar intactos. “Nunca traicionaría a un amigo, ni siquiera por dinero o por...lo que sea”, dije mientras lo miraba con cara de no-te-me-acerques. “Uy, pues qué aburrida, no que muy canalla”, él frotó su pierna con la mía. Caray, no es lo mismo ser un desmadre que ser una completa ojete. No me inspira confianza. Incluso en una reunión se dejó besar por otro tipo, en la cocina de aquella casa, digna de cualquier nido de ratas, y cuando se dio cuenta que los había visto se sonrojó un poco para luego reírse como imbécil. En corto, minutos más tarde, trató de explicarme que él no era bisexual ni nada parecido. “Conmigo no tienes que justificar nada”, atajé, “es a Marisol a quien estás acostumbrado a rendirle cuentas”. Me suplicó que no le fuera a contar nada a mi amiga. Claro que no le diré nada, “aunque sepa que la amas porque tiene auto del año” y su padre es dueño de unas cuantas farmacias el-muy-avaricioso. Se ofendió cuando se lo dije, aunque ambos sabemos que sus besos siempre se cotizarán alto. “Eres una... Es más, haz lo que quieras, ya no me importa”, estaba segura de que Marisol le perdonaría todo. 

A mí me caga la gente chismosa, además de que mi amiga tampoco es un tipa muy honesta que digamos. Me consta que tiene suerte con las hombres y sale con dos que tres, aunque ella jure que como-Armando-no-hay-ninguno y crea estar enamorada. Para qué carajos se complican la vida. Por qué ese pinche afán de tener novio, de amarrarse a esquemas ya desgastados. Eso sí se lo repito a cada rato. Por qué esa necedad de reportarse por teléfono y estar cuidando que no te vayan a checar los mensajes de texto porque se arma un pinche drama. El punto es que ella se emborrachó prometiendo que no lo iba a buscar y que cuando supiera quién era "la otra vieja" la iba a madrear. Ajá, ¿y luego? Mis amigos suelen ser estúpidos. Yo sabía lo que seguía. Iría a buscarlo, le haría una escenita y terminarían en el hotel. Ya había sucedido y seguiría sucediendo. “Ustedes dos acabarán casados”, traté de sonar apocalíptica. Y la muy pendeja me preguntó con esperanza: “¿Tú crees?”. Ya lo creo. Sonrió de una manera que me alarmó. Cada quien cava su propia desgracia. Bien dice Bukowski: “Hay suficiente traición, odio, violencia,/ necedad en el ser humano corriente/ como para abastecer cualquier ejército…/ y los que mejor odian son aquellos que predican amor”






Comentarios

Unknown dijo…
Es simple " encuentra lo que amas. Y deja que te mate " me sorprende que no recurrieces a esa cita en lugar de la otra. En fin, la gente es pendejos por que quiere.

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