Las rosas, el aroma del mercado al que vas cada fin de semana, una persona o un lugar...todo tiene una esencia propia y un aroma característico que hace que lo reconozcas inmediatamente. Al ser percibido puede hacerte recordar tiempos mejores o hacer supurar la herida que creías cerrada después de tantas tormentas. El aroma cálido y dulce de otro ser humano es el delirio de muchos poetas y el origen de muchas borracheras, aunque para muchos no sea más que agua pasada, un cadáver mas en la tumba de tus penas, que por ser muy imbécil o dártelas de sabio mandaste al infierno sin darle un vistazo. Yo me incluyo en la categoría de gente pendeja y prejuiciosa que tiene el cementerio lleno.
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"No es por miedo, no temo a la muerte. Solo no quiero estar ahí cuando eso suceda", decía la infantil frase garabateada en el cuaderno de Ciencias Naturales de quinto año. Antes de volver al trabajo a la preparatoria, después de valviajar mi ego y escuchar regaños, quería tener todo mas o menos presentable y limpio: la mochila, el cuarto de estar y sobre todo un orgullo limpio, sin cuentas por saldar.
El cuaderno lo encontré en una caja bajo la cama, cosa rara pues recordaba haberme deshecho de todos los libros y cuadernos viejos. Reconocí mi letra desgarbada y escrita con tinta azul con aroma, de esas que te venden a tres pesos en el Metro. De forma ridícula olisqueé el papel y aun conservaba el olor a Tuti-Fruti tóxico del bolígrafo, lo que me hizo recordar mi época de pre-adolescente. A esa edad yo me las daba de poetiza, pero no de esas que le escriben al escuincle del salón que no las pela o que riman "luna" con "cuna". Mis poemas eran mas bien oscuros y hablaban siempre de corazones siniestros y personas que te sonríen pero que no son sinceras. Y les decía a sus amigas que el amor nada tenia que ver con el cursi corazoncito rojo con el nombre del chamaco en cuestión escrito, que esos nomas servían para llevar sangre a la cabeza. Lo que no me hacia nada popular entre las clases sociales de la primaria. Era pendeja e ilusa y conforme crecí ambas cualidades crecieron conmigo, al grado que decidí viajar en el Metro para comprarne otra de esas plumas azules con olor. O me paso de mamona o me paso de nostálgica, y también ignoro por que creí que habría de interesarles esto. Pero una cosa si les digo, si en mi época pre-puberta me hubieran dicho que en unos años mas tarde cometería tantas pendejadas, seguramente habría escrito lo que Sabina dice en una canción, con esa pluma azul con aroma tóxico en mi cuaderno de Naturales:
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"No es por miedo, no temo a la muerte. Solo no quiero estar ahí cuando eso suceda", decía la infantil frase garabateada en el cuaderno de Ciencias Naturales de quinto año. Antes de volver al trabajo a la preparatoria, después de valviajar mi ego y escuchar regaños, quería tener todo mas o menos presentable y limpio: la mochila, el cuarto de estar y sobre todo un orgullo limpio, sin cuentas por saldar.
El cuaderno lo encontré en una caja bajo la cama, cosa rara pues recordaba haberme deshecho de todos los libros y cuadernos viejos. Reconocí mi letra desgarbada y escrita con tinta azul con aroma, de esas que te venden a tres pesos en el Metro. De forma ridícula olisqueé el papel y aun conservaba el olor a Tuti-Fruti tóxico del bolígrafo, lo que me hizo recordar mi época de pre-adolescente. A esa edad yo me las daba de poetiza, pero no de esas que le escriben al escuincle del salón que no las pela o que riman "luna" con "cuna". Mis poemas eran mas bien oscuros y hablaban siempre de corazones siniestros y personas que te sonríen pero que no son sinceras. Y les decía a sus amigas que el amor nada tenia que ver con el cursi corazoncito rojo con el nombre del chamaco en cuestión escrito, que esos nomas servían para llevar sangre a la cabeza. Lo que no me hacia nada popular entre las clases sociales de la primaria. Era pendeja e ilusa y conforme crecí ambas cualidades crecieron conmigo, al grado que decidí viajar en el Metro para comprarne otra de esas plumas azules con olor. O me paso de mamona o me paso de nostálgica, y también ignoro por que creí que habría de interesarles esto. Pero una cosa si les digo, si en mi época pre-puberta me hubieran dicho que en unos años mas tarde cometería tantas pendejadas, seguramente habría escrito lo que Sabina dice en una canción, con esa pluma azul con aroma tóxico en mi cuaderno de Naturales:
Y si en tus noches falta sal,Para eso está el televisor.Si lo que quieres es cumplir cien añosNo vivas como vivo yo.
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